Reflexiones y respuestas de algunos profesores de la Universidad sobre la renuncia de S. S. Benedicto XVI y la elección de Papa Francisco

Algunos profesores de la Universidad responden a cuestiones implícitas que los cristianos y la opinión pública se plantean sobre la renuncia de Su Santidad Benedicto XVI e la elección de Papa Francisco.

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✎ Reflexiones y respuestas de algunos profesores de la Universidad



«NO OS DEJARÉ HUÉRFANOS»
SER. Mons. Javier Echevarría, Obispo Prelado del Opus Dei y Gran Canciller de la Universidad

Artículo


ASÍ PIENSA EL PAPA FRANCESCO
Prof. Giovanni Tridente, Profesor
 de Ética de la Información

Artículo publicado en documentazione.info (ita)



UNA AGENDA GLOBAL PARA LA IGLESIA
Rev. Prof. Angel Rodríguez Luño, Decano de la Facultad de Teología

Entrevista con Avvenire



PUNTO DE VISTA: EL PAPA COMO "ADMINISTRADOR DELEGADO"
Rev. Prof. Robert Gahl, Profesor de Ética

Articulo publicado en BBC News



LA SOLEDAD DE LOS CARDENALES (LA SOLITUDINE DEI CARDINALI)
Dott. Joaquín Navarro-Valls, Profesor Visitante de la Facultad de Comunicación

Artículo (ita)



LA RELACIÓN DE LOS ÚLTIMOS PAPAS CON EL PODER
Mons. Mariano Fazio, Profesor Visitante de la Facultad de Comunicación

Artículo publicado en La Nación



POR FAVOR, QUE ALGUIEN LE PIDA PERDÓN A BENEDICTO XVI
Prof. Diego Contreras, Profesor de Análisis y práctica de la información

Ir a la reflexión publicada en www.laiglesiaenlaprensa.com



BENEDICTO XVI: UN DEBER DE GRATITUD
Rev. Prof. Giuseppe Tanzella-Nitti, Ordinario de Teología fundamental

La conclusión de un pontificado es un evento que siempre nos hace reflexionar, sea en el caso del fallecimiento del Papa Juan Pablo II, en cuyo magisterio la relación entre fe y cultura ocupa un lugar destacado y ofrecido en 27 años de largo pontificado, sea en el caso del Papa Benedicto XVI, cuyo pontificado termina a través de la renuncia. La centralidad que Benedicto XVI ha dedicado a la relación entre fe y razón, nos obligan a reflexionar también hoy sobre una nueva herencia que nos viene donada en un espacio más breve de tiempo pero no menos significativa de su predecesor.
Durante estos días los medios de información y los observadores se encargarán de proponer diversas lecturas sobre el alcance de este pontificado en diversos ámbitos y  lo que Benedicto XVI ha querido enseñarnos en estos ocho años. Nosotros deseamos sólo ofrecer algunas ideas que tocan más de cerca los argumentos vistos desde nuestro observatorio: un portal de ciencia y fe.
El 20 de abril de 2005 ocupaba por vez primera la sede de Pedro un profesor de Teología Fundamental, con más de 600 títulos publicados y con una abundante experiencia eclesial e intelectual. Un profesor –como recordó con humor en la lección de Regensburg en septiembre de 2006- habituado a encontrar en los campus de Bonn y Munich colegas universitarios sorprendidos de encontrase con un docente de una Facultad “construida sobre un tema, Dios, que para muchos de ellos no exsitía ”. Los años de la universidad configuraron el clima de confrontación y debate, de estímulo constante al estudio y a la profundización, que Joseph Ratzinger ha desarrollado a través de los años su pensamiento, llevándolo consigo a la cátedra de Pedro. Y es en este clima que madura uno de los temas más importantes de sus intervenciones como Pontífice: El amor a la verdad, en la valerosa crítica de lo que él ha definido la "dictadura del relativismo", y la exhortación constante a buscar la razón profunda de las cosas. Temas presentes sobre todo en sus intervenciones  a los hombres de cultura y en los ámbitos universitarios. En su discurso en la Universidad La Sapienza de Roma, hablaba de la universidad como lugar de búsqueda de la verdad, fundamento y garantía de su autonomía y de sus legítimos privilegios. Una verdad que ciertamente nos supera, no poseemos, pero al mismo tiempo nos precede y nos posee y por tanto, nos fundamenta.
Otro tema del Papa fue reafirmar la capacidad de la razón humana de reconocer un Logos creador, presente en la naturaleza, cuando ésta es estudiada o contemplada. En la homilía de la Vigilia Pascual del 23 de abril de 2011 explicaba cómo en el fundamento de todas las cosas hay una Razón que es también Amor, no irracionalidad o ciega necesidad. Así lo atestigua una larga tradición de pensamiento que llega hasta las reflexiones filosóficas de los científicos contemporáneos, los cuales Benedicto XVI conoce y cita con gusto.
También encontrará espacio en sus discursos la metáfora de la naturaleza como un libro abierto que, a la par de la Escritura, nos habla del Creador. El Papa que hoy deja su pontificado, el 2011 conversó en vivo con los astronautas en órbita de la estación espacial internacional. En el 2009 quiso ser el primero en recordar al mundo, desde su balcón en la Plaza de San Pedro, el inicio del Año Internacional de la Astronomía dedicado a Galileo. También quiso, el pasado octubre de 2012 entregar a una prestigiada investigadora del CERN una copia del mensaje del Concilio Vaticano II a los intelectuales, uniendo así el Concilio del diálogo con el mundo moderno, con el templo contemporáneo de la física de las partículas y de las altas energías.
Benedicto XVI ha querido expresar una atención profunda al reconocimiento de una ley moral natural presente en el corazón de cada ser humano. Ha mostrado además las consecuencias humanas y sociales, de una negación de Dios como fundamento de la justicia y de la dignidad de la persona. El desarrollo de las culturas que han puesto al centro de su historia la persona y su libertad, entre las que se encuentran la europea y en general la occidental, se ha debido sin duda a la linfa cristiana de la que se han nutrido, cuya negación en el plano cultural, antes que el espiritual, se traduciría en retroceso y en una peligrosa involución. Palabras importantes resonaron de nuevo el 22 de septiembre de 2011 al Bundestag de Berlín.
El magisterio de un Pontífice de la Iglesia Católica nunca es solo enseñanza dirigida a sus propios fieles. Es también ansia por lo humano y deseo de compartir un camino que tiene como objetivo llegar a todos los hombres. En este sentido, la continuidad entre el magisterio de Juan Pablo II y Benedicto XVI es evidente a todos.
Es el reconocimiento de este sincero y desinteresado servicio al hombre, que impulsa al creyente y al no creyente a expresar gratitud a Benedicto XVI, mientras observan con profundo respeto la figura de un Papa que decide hacerse a un lado para confiar el gobierno de la Iglesia Católica a nuevas fuerzas. 
El pensamiento de Joseph Ratzinger -Benedicto XVI- será aún meditado. Un pensamiento que hoy es entregado, de una vez por todas, a la historia.



«JUAN PABLO II Y PABLO VI TAMBIÉN SE PLANTEARON LA RENUNCIA»
Entrevista al Dott. Joaquín Navarro-Valls, Profesor Visitante de la Facultad de Comunicación

Artículo (ita)



7 PALABRAS
Rev. Prof. Pablo Blanco (PhD en Filosofía, 1997), artículo publicado en El Mundo, 12/02/2013

Después de siete años, estamos en condiciones de ver los ejes centrales en torno a los que ha girado el pontificado de Benedicto XVI, un pontificado de ideas. He aquí en siete puntos las ideas clave de su ministerio como obispo de Roma:
1. Amor. La primera encíclica se tituló Dios es amor y nos explicó cómo en un mundo en el que se abusa de este sagrado término, el eros ha de ser purificado para convertirse en verdadero amor humano y cristiano, es decir, en ágape. La caridad también ha de incluir el afecto, el cariño, el amor humano.
2. Razón. El Papa-profesor ha hablado en innumerables ocasiones sobre este tema (era éste el tema de Ratisbona, no el islam). Ya un año antes de su elección como Papa había acordado con Jürgen Habermas que razón y religión podían curarse recíprocamente de sus respectivas patologías.
3. (Ad)oración. Sabe que es el verdadero motor de la Iglesia y de la vida cristiana. Frente al activismo cortoplacista, el Papa alemán sabe esperar, rezar y pensar. Pero sobre todo rezar. La liturgia es uno de los puntos centrales de su teología, y por ella ha profesado un especial interés desde su infancia.
4. Creación. Muchos han hablado de las «raíces verdes» de la última encíclica social de Benedicto XVI. Allí ha conseguido conjugar la crisis económica y la ética de los negocios con la vida y la ética sexual, la bioética y el respeto al medio ambiente. Por eso es una encíclica global. Sus alusiones a la ecología y el medio ambiente resultan continuas. Para Ratzinger la creación constituye un dogma olvidado.
5. Jesuscrito al centro. A pesar de sus múltiples ocupaciones, no ha renunciado a su proyecto personal a escribir su Jesús de Nazaret. Tal vez porque lo considera como una parte importante de sus obligaciones: hablar sobre todo de Jesucristo. Y hablar de él como Dios y hombre, como Cristo de la fe y Jesús de la historia. No es un avatar más de la divinidad, sino el Hijo de Dios hecho hombre. Solo él salva.
6. Iglesia. Frente al conocido lema «Cristo sí, Iglesia no», el Papa quiere recordar que la Iglesia es el cuerpo y la esposa de Cristo. Es también el pueblo, la familia de Dios. Está convencido de que la misión de la Iglesia consiste en anunciar a Cristo y en crecer en comunión y cohesión en la Iglesia.
7. Belleza. Ratzinger ha sido siempre un enamorado de la belleza. Ha afirmado que un teólogo que no tenga esta sensibilidad resulta peligroso. La belleza del arte cristiano y de la vida de los santos es el principal agente de evangelización en la actualidad.



ES EL DECLIVE DEL POSTCONCILIO QUE HEMOS VIVIDO
Rev. Prof. Miguel De Salis, Profesor de Eclesiología, entrevista concedida a Alessandro Speciale para "Vatican Insider"


La renuncia del Papa Benedicto XVI no es una "derrota ante el mundo", sino una manera para invitar a la Iglesia y recordar que ella está al servicio "de la vida cristiana y, en definitiva, de Dios", y no es solo una "estructura" humana. Está convencido de ello el profesor Miguel De Salis, docente de eclesiología en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz. En entrevista con Vatican Insider, el profesor y sacerdote invita a no ver la renuncia del Papa Ratzinger con "una mirada demasiado humana", como una "redimensión" del papado que le haría "perder mucho de su significado sobrenatural".

Claro, la renucnia llegó de repente y generó "tristeza" en la Iglesia: "la renuncia de Benedicto XVI hace que nos sintamos huérfanos", admite don De Salis, "en algunos lugares en los que las noticias sobre el Papa y sus fuerzas no llegan con mucha frecuencia, su renuncia fue interpretada de diferentes maneras y los sentimientos suscitaron interpretaciones confusas... Pero –añade– no hay que olvidar lo que el Papa repitió en diferentes ocasiones: nuestra fe es en Dios, no en los Papas, ni en los obispos, ni en los teólogos o en el predicador carismático del momento".
Entonces, ¿los Papas son relativos?
Creo que más bien los Papas no son autoreferenciales. Los Papas, como todos los ministros ordenados, tienen algo de la paternidad de Dios.
¿Nos puede dar una clave para interpretar la decisión de Benedicto XVI?
Más de una; creo que el Pontificado de Benedicto XVI se puede resumir en tres personajes que indican tres prioridades.
¿O sea?
La primera es la Santa Hildegarda von Bingen, el segundo es San Juan de Ávila y el tercero es el beato John-Henry Newman. Los dos primeros fueron declarados doctores de la Iglesia el año pasado y el último fue declarado beato por el Papa en persona, contradiciendo una regla que él mismo había querido retomar cuando comenzó su Pontificado.
¿Por qué indican las prioridades del Pontificado del Papa Ratzinger?
Santa Hildegarda, que describió en sus visiones una Iglesia con manchas que desfiguraban su rostro, representa el deseo de reforma interior de la Iglesia y la conversión de todos los cristianos. San Juan de Ávila refleja el interés del Papa por la formación sacerdotal, tanto la de los seminaristas como la formación continua de los que ya son sacerdotes. El beato John-Henry Newman, en cambio, nos indica el desafío de la vida cristiana que se debe abrir camino en el mundo moderno, caracterizado por el liberalismo.
¿Y la liturgia?
En realidad la liturgia es un terreno trasversal que interesa los tres aspectos que he indicado. De hecho hubo tres diferentes intervenciones de reforma del Papa sobre la liturgia, como aquella sobre las palabras de la consagración. Después, la aplicación de la reforma de la liturgia es realizada por los ministros, por lo cual es indispensable una atención a la formación sacerdotal sobre el aspecto celebrativo, moral-jurídico y espiritual. Finalmente, la fe celebrada es fundamento y raíz de la experiencia cristiana en la vida moderna; sin ella, sería más bien una mundanización que un diálogo con el mundo. En este sentido veo el pontificado de Benedicto XVI, iniciado durante el año de la Eucaristía y concluido en el año de la fe: de la Eucaristía a la vida cristiana en el mundo, respondiendo a los desafíos de la modernidad.
¿Nos encontramos al final de una época?
Creo que sí.
¿De qué forma?
De dos formas diferentes. La primera es el declive del postconcilio que hemos vivido. A partir de ahora, el Vaticano II será un Concilio que se inscribe seriamente en la historia de la Iglesia y de los Concilios. En práctica, será mucho más nítida la diferencia entre la autoridad del Vaticano II y su historia. Los Papas que lo vivieron nos heredaron un gran don que dará frutos duraderos y serenos. La segunda es que estamos viviendo los últimos momentos de una Iglesia de matriz cultural europea, que nos llevará a un terreno que no es tan conocido, pero en el que Dios está presente –y actúa– desde hace mucho tiempo.



RENUNCIA DE BENEDICTO XVI Y OPINIÓN PÚBLICA
Prof. Norberto González Gaitano, Professor de Opinión Pública

Ante la decisión en conciencia, meditada y sufrida, de un hombre – también si es Papa- no hay otra reacción posible que la de manifestar respeto, profundo respeto. Y en esta reacción la opinión pública mundial ha sido unánime: líderes religiosos, jefes de Estado, presidentes de Gobierno y pueblo común. Cabe a este juicio calificarlo con el aforismo clásico: “vox populi, vox Dei”.
Cualquier otro juicio, si pretende ser razonable, no puede sino versar sobre los efectos, calculados o imprevisibles, de la acción cumplida, no sobre la persona o la acción. Y entonces el juicio es necesariamente histórico, formulado desde una perspectiva temporal, por tanto sujeto él mismo a cambios. Dejemos ese juicio a los historiadores.
La opinión pública, sin embargo, no puede esperar al juicio de los historiadores para formarse. Y se está formando sobre este acontecimiento en curso. Sobre este juicio, aún más contingente que el de los historiadores, me atrevo a formular algunas consideraciones, con la perspectiva de quien se ocupa desde hace años de la investigación de la opinión pública y la Iglesia.
1. Un análisis, necesariamente provisional, de la opinión pública internacional tal como se refleja a través de los medios de comunicación, es claramente muy positivo, también entre no cristianos. Ya solo el hecho de que se preste una atención global tan relevante –a excepción de China por obvias razones de censura- a la renuncia del “jefe de una de las religiones” manifiesta que, de algún modo, la opinión pública percibe la singularidad de la Iglesia Católica y del hombre que la gobierna, cuyas pretensiones son distintas de las otras religiones. Esas pretensiones se aceptarán o no, según se tenga fe o no, pero se perciben como tales. No se otorga tal atención a la renuncia de ningún otro líder religioso. Por supuesto, hay otros factores: número de seguidores, históricos, etc. Pero solos no explican el interés.
2. En los ambientes católicos, en el interior de la Iglesia, junto a una clara adhesión a Benedicto XVI y una acogida de su decisión, encuentro preguntas y  a veces perplejidad. ¿Cambia el papel del Papa en la Iglesia una decisión como ésta? ¿Será beneficioso o perjudicial para el futuro de la Iglesia? ¿Condiciona la decisión de sus sucesores, en qué modo? Estas son preguntas que tienen que ver con la opinión pública en la Iglesia.  En este plano, en el de la formulación y formación de la opinión pública en la Iglesia, adelanto algunos argumentos:
a) En el nivel de la fe (en el nivel del dogma, de los contenidos esenciales de la fe), la opinión pública no tiene un papel discursivo. Se está dentro o fuera de la comunión de la fe. El Credo nada dice de la dimisión del Vicario de Cristo. Pero la opinión pública también se manifiesta en ese nivel como sensus fidelium, que no juzga la decisión del Papa sino que reza Y de hecho se está manifestando como plebiscito de oración por la Iglesia, por el Papa y por su sucesor. Basta navegar en Internet para “oír” este clamor.
b) En el nivel práctico, de la comunión de vida –la Iglesia no es una comunidad democrática, pero sí es una comunión- la eventual dimisión de un Papa toca a él solo, situándose ante Dios y en conciencia. Pero él, como los demás fieles, debe dar cuentas de algún modo ante la comunión de los fieles (accountability), pues no es un poder despótico.  Y eso es precisamente lo que ha hecho Benedicto XVI, dar cuenta ante el Consitorio de Cardenales, en representación de toda la Iglesia que lo asisten en su gobierno. Y así, a todos los fieles y a la opinión pública en general.
c) En el nivel contingente, reina la libertad, con argumentos, que pueden ser razonables o no, mejor o peor fundados. En este ámbito las discusiones son abiertas y necesarias. En el futuro los Papas y los Cardenales, y los canonistas, y los teólogos,… y todos los fieles de algún modo, deberán pensar en cómo gobernar la Iglesia de modo claro y trasparente cuando el Papa está impedido, se dimita o no se dimita. La acción de Benedicto XVI es una lección de comunicación en este ámbito también: liberar lo contingente con decisiones contingentes. Solo los santos tienen esta libertad de espíritu, porque les importa el juicio de Dios, no el de la historia, como hizo Juan Pablo II cuando decidió continuar hasta la muerte.



BENEDICTO XVI, UN PONTIFICADO CONTRACORRIENTE
Prof. Diego Contreras, Profesor de Análisis y práctica de la información

Benedicto XVI había avisado, pero ya casi se nos había olvidado (por lo menos, a mi). “Cuando un Papa alcanza la clara conciencia de que ya no es física, mental y espiritualmente capaz de llevar a cabo su encargo, entonces tiene en algunas circunstancias el derecho, y hasta el deber, de dimitir”. Lo dijo a Peter Seewald en  el libro-entrevista “La Luz del Mundo”, publicado en 2010. (El video recoge en momento en el que anuncia a los cardenales, en latín, su dimisión que será efectiva el 28 de febrero).
Me parece que buscar otras razones a la decisión anunciada hoy por el Papa es superfluo. Dirigir la Iglesia universal requiere hoy un gasto de energía muy distinto al que hacía falta años atrás. El Papa está bien de salud y sigue teniendo una mente prodigiosa, pero considera que “no llega” en la acción de gobierno. Pienso que eso se notaba: el Papa se ha centrado en lo esencial –especialmente, el magisterio doctrinal y la elección de obispos- pero ve que es preciso llegar a más. Se dirá que Juan Pablo II estaba mucho peor y no dimitió: en aquel caso, sin embargo, el Papa consideró que su misión era precisamente dar testimonio del sufrimiento como sucesor de Pedro. Y así fue percibido.
Con la mirada retrospectiva, no se puede negar que Benedicto XVI ha tenido que remar contracorriente durante sus casi ocho años de pontificado. Eso también ha supuesto un gasto de energía extra. Se le ha dejado solo en demasiadas ocasiones. Para mí, el documento más dramático de todo su pontificado es la carta que escribió a los obispos en marzo de 2009, a raíz de las violentas polémicas  que siguieron el levantamiento de la excomunión a los obispos lefebvrianos (aquí lo explico mejor).  En todo caso, Benedicto XVI ha demostrado que no tenía nada que ver con las caricaturas que algunos (por lo general, fuera de Roma: aquí era más fácil conocer al auténtico Ratzinger) le han colgado. El mismo hecho de dimitir confirma que la expresión “humilde siervo en la viña del Señor”, con la que se presentó tras su elección, no era una frase hecha sino la verdad.

(Tomado de http://www.laiglesiaenlaprensa.com/)



RECONOCER LO QUE ES DEBIDO...
Rev. Prof. Jesús Miñambres, Profesor de Derecho Patrimonial Canónico

La renuncia del Papa a la Sede provoca en el jurista una primera reacción de agradecimiento: puesto que es justo dar a cada uno lo que le corresponde, es necesario sobre todo agradecer al fiel Joseph Ratzinger por el recorrido de vida realizado hasta aquí y por su disponibilidad a la acción de la gracia, que lo ha llevado lejos de la pasión por la enseñanza y la investigación, para asumir un compromiso en tareas de gobierno al servicio de la Iglesia.
En términos más técnicos, la renuncia de Benedicto XVI al oficio de Romano Pontífice hace efectiva una de las posibilidades previstas en la Iglesia para provocar el período vacante de la Sede Apostólica, la otra es la muerte del Papa. Hipótesis “prevista” legalmente (can. 332 § 2 CIC y 44 § 2 CCEO; n. 3 y 77 Universi Diminici Gregis) pero nunca puesta en práctica; hipótesis tratada por los autores (así lo hace el P. Majer en una voz del reciente Diccionario de Derecho Canónico, Pamplona 2013) pero nunca verificada en la praxis. Hipótesis que ahora ha ocurrido y que plantea algunos interrogantes jurídicos interesantes: ¿cómo se configura el estatuto jurídico personal de quien "ha sido" Romano Pontífice? Análogamente a lo que sucede con las otras sedes episcopales, ¿se podrá hablar también de un obispo “emérito” de Roma? En términos más fundamentales, ¿qué se espera de quien “ha sido” Romano Pontífice?
Estoy casi seguro de que Benedicto XVI ha meditado sobre estas cuestiones y ha consultado a los expertos para proceder con prudencia. Así mismo tengo la certeza de que no han sido éstos los aspectos más importantes que ha tenido en cuenta antes de decidir el paso que ha dado. Pienso que, independientemente de las reflexiones jurídicas que se puedan hacer, la libertad de espíritu y la transparencia con la que ha tomado la decisión, merecen una gran acogida por parte de los fieles hacia quien es todavía durante algunas semanas el pastor supremo de la Iglesia, así como el acompañamiento en la oración durante esta etapa sin precedentes en la historia cristiana.



COHERENCIA Y HUMILDAD EN LA DECISIÓN DE BENEDICTO XVI
Rev. Prof. Philip Goyret, Vicerrector, Profesor de Eclesiología

Todos nos hemos sorprendido por este gesto inesperado de Benedicto XVI, y la primera reacción natural de todo católico debe ser la oración intensa y profunda por Su persona y por la Iglesia. Mirándola bien, no obstante, la decisión del Papa es muy coherente con su pensamiento y, más en particular, con su modo de entender la función petrina. Esta función de hecho no se rige por los parámetros del gobierno de las naciones. Cuando los Apóstoles discuten sobre quién sería el más grande, Jesús les dice: "Quien quiera ser el más grande entre vosotros sea el más pequeño, y quien gobierna sea como el que sirve” (Lc 22,26). Para la Cabeza de los Apóstoles, y para sus sucesores en el gobierno de la Iglesia, es esencial la conciencia de estar totalmente al servicio de la grey. Cuando se percibe que las condiciones para desarrollar este servicio disminuyen –y esto puede suceder de diversas formas, no solo por cuestiones de salud física o mental- la decisión de retirarse surge como una elección no sólo coherente, sino también como el resultado de un comportamiento personal marcado por la humildad, lejano al apego despótico al poder. Así, el “sencillo y humilde servidor de la viña del Señor”, como quiso presentarse al mundo cuando el 19 de abril de 2005 se asomó a la Plaza de San Pedro para saludar a la multitud allí congregada, se ha mantenido como tal hasta el fin.
El aspecto esencial es siempre el servicio, como se dice en el Evangelio de Lucas. El modo de servir puede ser también muy incisivo a través del sufrimiento y la enfermedad, como fue en los últimos años del pontificado precedente.
Tengamos presente que el gobierno más eficaz de la Iglesia fue el realizado por Jesús desde la cruz, en cierto modo continuado por el Apóstol Pedro, también crucificado.
Podemos decir en definitiva que la dimisión de la función primacial es también un morir a la gloria, y así Benedicto XVI nos deja un ejemplo tan válido como el de Juan Pablo II.



UN GIRO HISTÓRICO
Rev. Prof. Johannes Grohe, Director del ‘Annuarium Historiae Conciliorum’, Profesor del Historia de la Iglesia

Desde el punto de vista histórico, la renuncia de Benedicto XVI representa un giro: aunque se puedan indicar como ejemplo las renuncias de San Clemente I (97) o de San Ponciano (235), se trata –igual que en otros casos parecidos durante los primeros siglos- de situaciones de persecución de la Iglesia en las que la dimisión tenía el objetivo de no dejar a la Iglesia sin pastor.
Ni siquiera la renuncia al papado de San Celestino V (1294) puede adoptarse como ejemplo, ya que el santo ermitaño se dio cuenta al poco tiempo de su insuficiencia y de una dependencia cada vez más sofocante de la corte napoleónica, y con gran humildad extrajo las consecuencias.
El Papa ha tomado una decisión con gran valentía y plena libertad: cuando un Papa alcanza la clara conciencia de no estar en condiciones físicas, psicológicas o mentales para desarrollar el encargo que se le ha confiado, tiene el derecho y en algunas circunstancias el deber de renunciar, había declarado en el libro-entrevista de Peter Seewald Luz del Mundo, de 2010.



LA CONCIENCIA DE LA RENUNCIA (LA COSCIENZA DELLA RINUNCIA)
Dott. Joaquín Navarro-Valls, Profesor Visitante de la Facultad de Comunicación

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